A diferencia de otras especies de peces cartilaginosos como los tiburones, las mantarrayas muestran ser un poco más tolerantes a la presencia humana. Algunos buzos mencionan que estos gigantes peces apacibles nadan alrededor de ellos de forma lenta y grácil, y se preguntan si no son ellos los observados.
¿Cómo ha sido la relación de los humanos con las mantarrayas? Cabe decir que el conocimiento que se tiene sobre ellas es aún ínfimo, como si fuera la punta de un iceberg. Son difíciles de estudiar en su hábitat natural, ya que pocas veces se aventuran hacia la orilla del mar. Sin embargo, los científicos suelen avistarlas frecuentemente alrededor de los arrecifes, los atolones y las islas, a profundidades de hasta 30 metros.
Una de las razones para establecer una relación con las mantarrayas es la necesidad de comprender su biología y su comportamiento.
Décadas atrás mucha gente pensaba que estos peces eran criaturas altamente peligrosas, capaces de matar personas. Incluso hoy en día circulan historias acerca de mantarrayas que “picaron” a un incauto bañista o pescador, pero recuerda que carecen de un aguijón venenoso, por lo que no puede tratarse de mantarrayas. Difícilmente esconderían su cuerpo entre la arena de las playas.
Una de las razones para establecer una relación con las mantarrayas es la necesidad de comprender su biología y su comportamiento. Gracias a los estudios se identificaron las dos especies que se conocen en la actualidad, y se planea investigar a profundidad la relación entre su enorme cerebro (¡el más grande de todos los peces óseos!) y su inteligencia, ya que hasta el momento se desconoce qué tan inteligentes son.
Es cierto que su comportamiento en presencia de los seres humanos ha sido poco estudiado, pero cuando los buzos nadan junto a ellas, se ha observado cierta curiosidad e interés de su parte, sin que demuestren una tendencia a la interacción directa. Muchos buzos mencionan que nadar en compañía de estos peces transmite una sensación de paz y equilibrio, en tanto baten sus “alas” de forma lenta y acompasada.
Algunas zonas y santuarios marinos ofrecen la experiencia de nadar con mantarrayas a las personas que no son científicos o investigadores. Algunos de estos sitios se encuentran en Indonesia, Hawái, Islas Fiji, Tailandia y Australia. Indonesia, por ejemplo, ha descubierto que se logran mayores ingresos mediante las actividades turísticas con mantarrayas de los que el comercio ilegal produce, y ha creado leyes estrictas en contra de la pesca de estos peces.
› Nadar con mantarrayas implica medidas a seguir para evitar perturbar a los animales.
Nadar con mantarrayas implica medidas a seguir para evitar perturbar a los animales. Pese a que no parecen sentirse amenazadas o temerosas de los seres humanos, se recomienda evitar tocarlas y sobre todo montarlas. De todas maneras, algunas pueden mostrar incomodidad si una persona se les acerca demasiado, y tienden a alejarse. Esto sucedió en los alrededores de una isla del Pacífico llamada Bora Bora, de donde la población se alejó por efecto del exceso de buzos, nadadores y embarcaciones en movimiento.
Mantarrayas en los acuarios
No son muy usuales las mantarrayas en cautiverio, ya que para su cuidado es preciso mantener tanques de agua suficientemente grandes para su cuerpo y un conocimiento profundo sobre sus necesidades biológicas. Solo algunos acuarios han mantenido mantarrayas con éxito, entre ellos, el acuario Churaumi de Okinawa, Japón, el Georgia Aquarium de Georgia, Estados Unidos, y UShaka Marine World de Durban, Sudáfrica.
Este último acuario llamó la atención en 2007 al rehabilitar y albergar a una mantarraya rescatada de una red de tiburones. Sin embargo, Nandi, como fue nombrada, creció demasiado y su permanencia en UShaka se convirtió en una preocupación, hasta que fue trasladada al Georgia Aquarium. En septiembre de 2009 fue exhibida una segunda mantarraya y un año después una tercera. Por su parte, el acuario japonés vio nacer la primera mantarraya en cautiverio y dos más han nacido ahí mismo, hechos sin igual en el mundo.