La pesca dirigida e incidental
Las dos especies de mantarraya se encuentran actualmente amenazadas, catalogándose como “Vulnerable” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta organización expone que la principal amenaza de las mantarrayas es la pesca de forma incidental y dirigida.
La pesca dirigida es, como su nombre refiere, aquella que está enfocada en la captura de alguna especie en particular. La pesca incidental captura animales que no son el objetivo de la industria pesquera y afecta a muchísimas especies de animales marinos alrededor de todo el mundo.
Se considera que la principal amenaza de las mantarrayas es la pesca de forma incidental y dirigida.
Las mantarrayas están ampliamente distribuidas en las aguas cálidas de los océanos Índico y Pacífico y en menor proporción en el Atlántico, pero su extensión está fragmentada, pudiéndose encontrar regiones de océano sin poblaciones de ellas. Además, la población global tiene una tendencia a disminuir. Sobra decir que su caza contribuye a perjudicar cada vez más la situación de unos animales pacíficos y hermosos.
¿Por qué cazar mantarrayas?
En general, la carne de las mantarrayas no tiene un valor comercial alto pues su sabor y textura resultan poco agradables al gusto humano. No obstante, su captura ha despertado un comercio significativo en regiones específicas. ¿La razón principal? La demanda importante de sus branquiespinas.
Estas estructuras se localizan en las branquias y son el instrumento de filtración que necesitan para consumir su alimento. Para la medicina tradicional china, conforman un ingrediente vital en la elaboración de remedios que supuestamente reducen las toxinas y mejoran la circulación sanguínea, lo que estimula la función del sistema inmunológico. Otras propiedades creídas de estos filamentos cartilaginosos son la curación de problemas de fertilidad, de problemas renales, de varicela y otras enfermedades comunes.
Las branquiespinas son la parte más codiciada de las mantarrayas y de las rayas del género Mobula, y tienen buena demanda en las pesquerías de Filipinas, Indonesia, Mozambique, India, Madagascar, Sri Lanka, Pakistán, Brasil y Tanzania. Existen también pesquerías dirigidas en México, Perú, Tailandia y Somalia. De acuerdo con datos de la UICN, en algunas áreas son capturadas más de 1,000 mantarrayas gigantes (Manta birostris) y mantarrayas de arrecife (Manta alfredi) cada año y en Mozambique suelen obtenerse unos 50 individuos de Manta alfredi a lo largo de 50 kilómetros de costa.
«No existe evidencia científica de que su consumo cure las enfermedades.»
La pesca es realizada con arpón y en menor medida con redes. Resulta fácil su captura, ya que no suelen nadar a gran velocidad y prefieren alimentarse cerca de la superficie del agua. Los pescadores lanzan de pronto sus arpones y cuando las atrapan las suben directamente a la embarcación; en Indonesia se suelen entonar cantos que según sus creencias evitan que escapen. Puede suceder que tengan que cortar sus cuerpos cuando aún siguen con vida, ya que no caben adecuadamente en las embarcaciones. Entonces se seccionan las branquiespinas y se extienden para poner a secar al sol. Debes saber que, como algunos otros remedios de la medicina alternativa, no existe evidencia científica de que su consumo cure las enfermedades. Al margen de esto, la popularidad de las branquiespinas ha incrementado a la vez que se dificulta más la consecución de las aletas de tiburón.
La carne, aunque menos demandada, puede servir para el consumo humano o como cebo para tiburones. La carne fresca es cortada en tiras, salada y puesta a secar al sol; ocasionalmente se le usa para alimentar animales. Zonas como Filipinas y el Golfo de California, donde alguna vez la población de mantarrayas era profusa, hoy están pobres en individuos.
Debido a sus lóbulos cefálicos y sobresalientes aletas pectorales, son propensas a enredarse en redes de enmalle y de arrastre. Cuando esto sucede tratan de liberarse pero solo logran enredarse más, obteniendo heridas peligrosas o acabando por morir asfixiadas por la imposibilidad de bombear adecuadamente el agua rica en oxígeno.
Su estado de conservación indica que son potenciales especies en peligro de extinción. ¿Considerarías no apoyar su caza?